El embarazo adolescente ¿cómo superar una etapa tan difícil?

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Luisa Fernanda, es una joven de 17 años que vive en el barrio Popular. Como muchas jóvenes de la comuna, a los 15 años tuvo un hijo y se quedó sola para cuidarlo. Aunque habla con amor y orgullo de su hijo, sabe que no estaba preparada y que le ha tocado aprender a golpes de la vida. “Todo este rollo empezó aquí en el barrio Popular, por las amistades que conseguí en el colegio y lo que yo considero hoy son muy malas amistades, de las que me dejé llevar e influenciar, porque me mandaban a estudiar y yo de cinco días de clases si iba una o dos veces era mucho”.
A sus quince años y en octavo grado fue la vida loca o las malas decisiones, como ella misma las llama, las que hicieron que se metiera en el mundo de las drogas, el sexo desenfrenado, las aventuras casuales, los parches con los amigos, las escapadas a hurtadillas de la mamá, las mismas que hicieron que su vida sufriera cambios inesperados y bajas en su estado de ánimo. “Me dejé llevar por la famosa depresión y empecé a atentar contra mí misma, a cortarme y tuve que ir a un lugar de paso para que me desintoxicaran”.
Luisa Fernanda, vivía, por ese entonces, con su mamá y una hermana mayor, después quedo embarazada y el padre del niño se marchó dejándola sola. “El papa del niño no quiso responder y, entonces, me conseguí a otra persona, quien dijo que respondería, pero, resultó ser peor, porque me dio muy mala vida en el tiempo que estuvimos juntos”.
Tuvo que irse a vivir donde su abuela, porque con su mamá: “se lleva bien, pero de lejos”. Sin embargo, tampoco, pudo estar allí por causa de sus tíos, que no la aceptaron. “Me fui entonces a donde mi mamá otra vez, pero estuve fue rodando de un lado para otro”.
Como Luisa Fernanda son muchas las historias de jóvenes o adolescentes que se quedan solas durante el embarazo y con la crianza de sus hijos; un drama de doble cariz, en tanto son dos niños o dos personas vulnerables que tienen que vivir enfrentando el mundo. “Ahora, estoy de nuevo con mi abuela, mi gran apoyo. Estoy terminando el bachillerato y tengo muchas ganas de salir adelante con mi bebé”.
Sus ojos miel se llenan de lágrimas a punto de salir, mira expectante cada movimiento de su hijo de dos años que juguetea por el salón. Piensa en el futuro y sabe que cometió un error o muchos, pero, también, sabe que es posible salir adelante. “Yo veo a otras jóvenes embarazadas y me duele, pero creo que la experiencia es para aprender de los errores, para no repetirlos”, concluye Luisa Fernanda.
*El nombre se cambió por protección de la persona entrevistada.
Ípsilon, sabiota02@yahoo.es