Luego de que ya se tenían conformados algunos barrios, los habitantes sienten como necesidad vital construir infraestructuras que proporcionen agua a las viviendas a la vez que la apertura de vías y pavimentación, la construcción de capillas y escuelas, también servicios de transporte, acueducto, alcantarillado y electricidad. La comunidad recuerda que en 1961 el Padre José Ignacio Jaramillo, organizó la Marcha del Ladrillo, una campaña para construir y fundar la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, en el asentamiento que se había ido consolidando bajo el nombre de Villa Guadalupe.
Lo anterior revela cómo la historia de estos barrios está en buena parte determinada por la búsqueda de consolidación de los servicios públicos y sociales. Su existencia a través de los años está signada por estos fines. En todos los casos lograban precarias soluciones con carácter provisorio. La comunidad comenzaba, entonces, a demandar a Empresas Públicas una solución definitiva a la falta de adecuados servicios públicos.
A medida que se van solucionando las necesidades de medios de transporte, electricidad, medios de comunicación, etc., se producen efectos que inciden en la modificación de relaciones sociales, culturales, económicas, espaciales y temporales y se conforma al mismo tiempo una nueva forma de vida que se va haciendo cada vez más imprescindible en el medio urbano.
No obstante, sigue creciendo la ocupación ilegal del espacio, la cual vuelve a tener un impacto significativo durante la década de 1980. Por lo tanto, surgen nuevos asentamientos, la mayoría de ellos producto de invasiones: La Esperanza 2 (parte alta), El Compromiso, La Avanzada y Carpinelo son todos asentamientos focalizados en la parte alta de la zona considerada «no urbanizable» por ser de alto riesgo debido a su inestabilidad crítica.